En mayo de 2018, la UE fijó los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero de cada Estado miembro, en línea con el Acuerdo de París. Así, se espera que para 2020 se logre un 20% de reducción de emisiones con respecto a 1990, y un 40% para 2030. La buena noticia es que el primer objetivo ya se cumplió en 2015, cuando las emisiones ya se habían reducido al 22%, aunque en 2017 volvieron a aumentar.
Adaptación de infográfico realizado por el Parlamento Europeo
Ahora los objetivos ponen el foco en el transporte y la movilidad, ya que se calcula que los automóviles son responsables del 15% de emisiones que contribuyen al calentamiento global. Por ello, el Parlamento Europeo está trabajando en el desarrollo de medidas más estrictas en el sector de la automoción con el fin de impulsar un nuevo modelo de movilidad, basado en los vehículos eléctricos. En esta línea, los legisladores europeos esperan que en 2030, el 40% de vehículos vendidos sean eléctricos o híbridos y estudian la posibilidad de fijar 2040 como el último año en el que se vendan coches con motor de combustión en Europa.
Existe, sin embargo, una brecha importante entre estos objetivos con el comportamiento del sector de la automoción en el momento actual. La European Automobile Manufacturers’ Association (ACEA) señala en su informe que los objetivos propuestos deberían ir acompañados de otras medidas que faciliten “un cambio natural en el mercado”, ya que actualmente existen barreras.
La brecha entre la realidad y los objetivos propuestos
En la actualidad, pese a que las empresas de la industria de la automoción han comenzado a apostar por un futuro de movilidad sostenible, desarrollando líneas de producción de vehículos eléctricos e híbridos, lo cierto es que en 2017 solo el 1,5% de los vehículos vendidos en Europa fueron eléctricos. Y aunque haya cifras que inviten al optimismo, como que en España ha aumentado un 91% la compra de este tipo de vehículos durante este año, aún queda un largo camino por recorrer. Existe, pues, una enorme brecha entre el 1,5% actual y el 40% que se espera cumplir para 2030.
El principal problema que señala ACEA es la asequibilidad de estos coches y el desequilibrio que hay entre países, pues afirman que hay correlación entre la riqueza y la compra de vehículos eléctricos. Así, los países de Europa occidental concentran la mayor parte de venta de vehículos eléctricos, mientras que en los países del centro y este de Europa estas ventas son anecdóticas. Sea el caso de Noruega, un país cuyo PIB dobla la media de la UE, donde el 40% del mercado de vehículos ya es eléctrico.
El parque automovilístico no encaja en el nuevo tipo de movilidad
Para que el mercado termine asimilando el nuevo paradigma de movilidad eléctrica es necesario tener en cuenta otro factor: la antigüedad del parque automovilístico en Europa. De hecho, en España, según la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC), ahora mismo, los vehículos en circulación tienen 12 de años de antigüedad de media, una cifra que ha ido aumentando durante la última década, hasta casi un 50% de diferencia en 2017 con respecto a 2008. De hecho, un 62% de los vehículos matriculados tienen más de 10 años, cuando en 2008 este porcentaje no llegaba al 38%. Esto significa que los consumidores posponen más tiempo la compra de un vehículo nuevo.
A este respecto la ACEA apunta que las restricciones de emisiones son contraproducentes en el mercado si no se acompañan de incentivos, como rebajas fiscales para fomentar la compra de vehículos sostenibles. En este sentido, el Ministerio de Industria del Gobierno de España ha anunciado que a finales del presente año lanzará el Plan VEA, un plan dotado de 66 millones de euros para potenciar tanto la compra de vehículos eléctricos como la construcción de infraestructuras que faciliten su uso. Esta medida ha sido celebrada en el sector de la automoción, pero calificada de insuficiente por la ANFAC.
La infraestructura aún es insuficiente
Otro obstáculo para la consecución de los objetivos previstos por la UE está vinculado a la carencia de infraestructuras que faciliten el uso de vehículos eléctricos, puesto que los vehículos eléctricos, incluidos los híbridos, necesitan puntos de carga para su funcionamiento. La ACEA destaca que el 76% de los EV charging points de la Unión Europea se localizan solamente en cuatro países: Países Bajos (28%), Alemania (22%), Francia (14%) y Reino Unido (12%). En España, según el clúster del vehículo eléctrico, Aedive, solo hay unas 200 estaciones de carga rápida, que son las que realmente favorecen esa autonomía.
Adaptación de gráficos publicados en Cinco Días
En conclusión, el contexto actual se caracteriza por una convivencia de dos visiones acerca del futuro de la movilidad sostenible: por un lado, está la optimista, que fija objetivos y propone restricciones para reducir la contaminación, y por otro, se encuentra la realista, que resalta los obstáculos para llegar a esos objetivos si no se acompañan de políticas y programas que promuevan una movilidad más sostenible. Estas visiones no son antagónicas, ya que comparten el mismo objetivo. Sin embargo, necesitan complementarse para superar las distancias que nos separan del logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).